Las reflexiones de Gerd Leonhard sobre el poder
de las máquinas son cuestiones de todos y para todos, no solo porque usemos
(los que lo hagan) las máquinas para trabajar, comunicarnos, viajar… sino
porque en la sociedad actual ¿viviríamos igual con la ausencia de máquinas?
Ante todo, como ya han descrito muchas películas de
ciencia-ficción que tratan sobre la dominación del hombre por las máquinas, los
creadores de las máquinas son los hombres, que utilizan otras máquinas (varias
de ellas inteligentes) para hacer semejantes, como ocurre, por ejemplo, en el
embotellado automático de una planta distribuidora de leche o en un juguete electrónico,
como un perro robot que ladre y haga pis o un cochecito teledirigido. El origen
de las máquinas ya es muy antiguo, los cavernícolas usaban máquinas, que en sí
sirven para hacer más fácil la vida, como es el caso de un coche o una lanza
con punta de sílex.
Actualmente, desde el siglo XX, se han
introducido en las máquinas digitalización y tecnologías, con el fin de aumentar
el beneficio propio y ajeno, añadiendo así, el factor ludopático, como son las
tragaperras. Los juegos de ordenador, como Assasins Creed, Pokemon etc. funcionan
gracias a que un ser humano lo ha diseñado y un usuario juega con él. Un mismo
ejemplo es el ordenador, que, a pesar de que sigue mecanismos propios, como conexión
a internet, nada de eso podría realizarse sin ser encendido por el hombre,
programado por el hombre y apagado por el hombre.
Me viene a la mente una pregunta: ¿Qué es más
poderoso: una máquina tecnológica o un ser humano? Y también, como se pregunta
el ponente que hace la disertación en el artículo, ¿Hay una guerra de tecnología
versus humanidad?
Una máquina hace cosas específicas que un hombre
no puede hacer de una forma tan eficiente como una máquina, ejemplo es la máquina
que pone 10 tapones a 10 botellas en 10 segundos ¿puede hacer eso un hombre?
No. Pero ¿esa máquina haría lo que hace si no hubiese sido diseñada para hacer
eso por el hombre, que es rey de la creación, no solo físicamente sino también intelectualmente?
No.
Lo cierto es que ante la eficiencia de muchos
artilugios sofisticados y rentables muchos han perdido el trabajo, dimensión de
la humanidad. Pero ¿puede un artefacto de pelar patatas ir a la santa misa y
hacer oración? No. ¿Puede interaccionar con otras máquinas sin programación previa?
No. Esto se debe a que el hombre por estar vivo posee en su ser todas las
dimensiones que puede llevar a cabo: comunicación, generar vida, educar, y una
muy importante, ser libre. ¿Puede una máquina ser libre? No, por mucha autonomía
que se le quiera implantar en su diseño.
La supuesta guerra entre tecnología y humanidad debería
reformularse como guerra entre hombre y hombre, porque lo importante es
discernir el campo de competencia y acto de las máquinas tecnológicas que, en
resumen están hechas para ayudarnos en la vida cotidiana así como para
divertirnos.
Jorge D'anastasi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario